Las personas, somos un fascinante conglomerado de actitudes, creencias, emociones, deseos y aspiraciones. Comprender por qué nos enamoramos de un hombre o una mujer concretos y no de otros, es un desafío que ha llamado la atención de los psicólogos durante mucho tiempo.

Las emociones se arraigan en nuestro cerebro de un modo que es difícil de entender, pero son ellas las que se adentran de un modo implícito, y casi mágico, en nosotros mismos, en nuestra personalidad y también en nuestros deseos.

La atracción se basa en ocasiones en unas necesidades de las que no somos conscientes, en unas aspiraciones y unos deseos que, de pronto, aparecen definidos en un tipo de personas y no en otras. Veámoslo más detenidamente…

Cuando indagamos en esos procesos que se suceden en nuestro cerebro cuando estamos enamorados, la magia pierde quizá un poco de su encanto y se desplaza a ese mundo más frío donde nos vemos determinados por la química, por esa mezcla maravillosa de neurotransmisores capaz de causarnos esa sensación tan conocida de “estar en las nubes”.

Las endorfinas, las encefalinas y la feniletilamina son las responsables de nuestra euforia y felicidad, ellas son quienes nos dan una inyección de emociones positivas y bienestar. Pero, ¿qué activa estos procesos, qué hace que nuestro cerebro se fije en un tipo de persona y no en otra?

Similitud familiar

A veces nos atraen personas que nos hacen sentir bien porque nos recuerdan, en algún aspecto, a nuestros progenitores. Algo así nos aporta seguridad y confianza. Sentimos atracción porque nos son familiares, y estar con ellas nos envuelve de una sensación de agradable afinidad.

Correspondencia

Otra teoría es la de la “correspondencia”. Según los científicos, cuando nos enamoramos pesa mucho el compartir experiencias similares, el haber pasado por las mismas cosas, el tener gustos y valores semejantes.

Es un buen modo de elegir un compañero/a para nuestra vida donde todos esos aspectos nos hacen más fácil y apasionante la existencia. Es otro tipo de afinidad muy enriquecedora.

Admiración

En ocasiones, la admiración por alguien se traduce en amor. Es esa persona que nos sirve de espejo, ahí donde vemos virtudes, aspiraciones o dimensiones que siempre hemos querido para nosotros y que, de algún modo no hemos alcanzado.

Sería aquí, por ejemplo, donde aparecen las atracciones con personas que son muy diferentes a nosotros mismos: en ocasiones nos atraen personas seguras de sí mismas, extrovertidas y emprendedoras; mientras nosotros somos más inseguros y algo tímidos. Los polos opuestos se atraen porque en el fondo, se complementan y llenan las necesidades de cada uno.

Cuestión de química

Muchos estudios asumen la importancia de las llamadas feromonas.  Son sustancias secretadas por algunas glándulas presentes en los labios, las axilas, el cuello o las ingles que las personas percibimos sin darnos cuenta gracias a un órgano llamado vemoronasal, independiente del sentido del olfato. Es un olor que crea sensaciones, algo único en cada persona y que, de alguna forma, también nos determina.

Estas son las teorías más habituales a la hora de hablar de por qué nos enamoramos y por qué nos sentimos atraídas por un determinado tipo de personas. El que las teorías sean acertadas o no es algo que nos dirá el tiempo y nosotros mismos, cuando esa fase cegadora del enamoramiento pierda su intensidad, sus nubes y sus destellos… Haciéndonos ver la realidad.