Todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos quejado de haber estado con una persona tóxica. Un porcentaje importante de mis pacientes acuden a mí porque son víctimas de este tipo de relación. Pero, ¿qué pasa cuando los tóxicos somos nosotros? Muchas veces ni siquiera somos conscientes de tener ciertas actitudes y conductas que perjudican a nuestros seres queridos y eso puede complicarnos la vida en casi todos los aspectos, no sólo en el amor.

En un principio, hay que entender que todos hemos podido ser tóxicos para otros por una sencilla razón: somos entes individuales y con personalidades y valores diferentes. Sin embargo, la gran noticia es que este tipo de comportamiento puede controlarse y así llegar al punto de minimizar actitudes no convenientes como la violencia, los celos o la  tendencia a la infidelidad.

Por supuesto, para alcanzar este control hay que dar el primer paso de reconocer y aceptar que se es una persona tóxica. Sin duda, esta es la parte más difícil porque el terrible ego es uno de los compañeros inseparables de las personalidades nocivas.

¿Cómo identifico si soy una persona tóxica?

Siempre existen señales que nos avisan de la posibilidad de ser tóxicos. Lo más curioso es que estos signos los vemos a simple vista en los demás pero al mirarnos en el espejo puede ser complicado. En esta oportunidad, voy a compartir cinco de estas señales, aunque en realidad existen muchas más. Evidentemente, estos puntos son referenciales y no determinantes. Veamos:

  • Sentir que la vida es “mala” o “injusta” sin ninguna razón: detrás de este pensamiento se oculta el ego. La persona se escuda en la creencia de que sólo se merece lo mejor y jamás los reveses propios de la vida. Además, la culpa de sus problemas siempre son de terceros.
  • La opinión de otros no es válida y siempre es ofensiva: esta actitud no es más que falta de seguridad. Por eso, cuando alguien argumenta cualquier cosa que la persona tóxica pueda catalogar como peligro, surgen reacciones agresivas y reactivas.
  • No reconocer el éxito ni los méritos ajenos: las personas tóxicas son envidiosas y no son capaces de aceptar que el éxito de alguien es producto a su esfuerzo y talento. Es común que minimicen las metas alcanzadas por el prójimo y simplemente digan públicamente que se trata de suerte.
  • Jugar el rol de víctima: siempre culpan a los demás por sus problemas y fracasos. Es incapaz de aceptar la responsabilidad y las consecuencias de sus propios actos. Desde luego, es mucho más fácil encontrar excusas o culpables externos.
  • Agredir física o verbalmente: ésta es la prueba mayor de la toxicidad. Cuando alguien es capaz de afectar la integridad física, mental o emocional de otro ser humano posee un desequilibrio de sumo cuidado.

¿Te has preguntado por qué fracasan tus relaciones? ¿Por qué la gente no se la pasa bien contigo? ¿Por qué tiendes a ser una persona conflictiva? ¿Por qué no estás siendo del todo feliz? Es probable que tengas una o varias de las características que expuse anteriormente.

Mi recomendación es que busques ayuda profesional para que puedas ser guiado en el trabajo que requiere salir de este tipo de actitudes. Si ya aceptaste que gran parte del problema eres tú, contáctame y con mucho gusto trabajaremos al respecto.